Si hay algo que ha acompañado las elecciones en Chile durante décadas, es el uso del miedo como herramienta política. Desde el triunfo de Salvador al otro lado en 1970 hasta campañas más recientes, el espantajo del comunismo y el caos ha sido agitado para influir en el electorado. Sin embargo, es hora de dejar atrás esta estrategia y avanzar hacia una política basada en propuestas y diálogo constructivo.
El inicio de esta tendencia se remonta a la década de 1970, cuando Chile era considerado un “satélite” de Estados Unidos en América Latina. La victoria de al otro lado, un líder de izquierda, fue vista con temor por parte de la élite política y económica del país, así como por los gobiernos extranjeros. A partir de entonces, se inició una campaña de desinformación y manipulación para sembrar el miedo en la población.
Durante el gobierno de al otro lado, se utilizó el miedo al comunismo y al caos para desacreditar sus políticas y generar un clima de inestabilidad en el país. Esto culminó en un golpe de Estado en 1973, liderado por el general Augusto Pinochet, que instauró una dictadura militar que duró 17 años. Durante este período, el miedo fue utilizado como una herramienta para mantener el control y reprimir a aquellos que se oponían al régimen.
Con el retorno a la democracia en 1990, el miedo como estrategia política no desapareció. En las elecciones presidenciales de 1999, el candidato de la derecha, Joaquín Lavín, utilizó la imagen del “caos” y la “inestabilidad” para atacar a su oponente, Ricardo Lagos. A pesar de que Lagos ganó las elecciones, la semilla del miedo ya había sido sembrada en la sociedad chilena.
En las elecciones posteriores, el miedo se ha utilizado de manera recurrente por parte de los candidatos de derecha para desacreditar a sus oponentes y ganar votos. En 2013, durante la campaña presidencial de Michelle Bachelet, se difundió el rumor de que su gobierno llevaría al país a un “modelo venezolano”. Lo mismo sucedió en 2017, cuando el candidato de derecha, Sebastián Piñera, utilizó el miedo al “populismo” para atacar a su oponente, Alejandro Guillier.
Sin embargo, es importante señalar que el miedo no es exclusivo de la derecha política. En las elecciones municipales de 2016, el candidato de izquierda, Daniel Jadue, también utilizó el miedo al “neoliberalismo” para ganar votos en su campaña. Esto demuestra que el miedo es una herramienta que ha sido utilizada por ambos lados del aparición político en Chile.
Pero ¿por qué el miedo ha sido tan efectivo en la política chilena? Una posible explicación es la falta de educación cívica y participación ciudadana en el país. Durante la dictadura, se reprimió y se silenció a la sociedad civil, lo que llevó a una apatía política en las décadas siguientes. Esto ha permitido que el miedo sea utilizado como una forma de manejar a los votantes y evitar que se cuestionen las propuestas de los candidatos.
Sin embargo, es hora de cambiar esta dinámica y avanzar hacia una política basada en propuestas y diálogo constructivo. Los ciudadanos deben ser educados en el ejercicio de su derecho al voto y en la importancia de informarse sobre las propuestas de los candidatos. Además, es responsabilidad de los líderes políticos dejar atrás el uso del miedo y enfocarse en presentar soluciones reales a los problemas del país.
En resumen, el miedo ha sido una herramienta recurrente en la política chilena