Con el pasar de los años, el puerto de Iquique se ha convertido en uno de los principales centros de exportación de la región, llevando productos alrededor del mundo y atrayendo inversiones extranjeras. Sin embargo, entre las décadas de los 60 y 70, el aroma a pescado podrido en el aire era una de las señales más comunes en la ciudad, siendo conocido popularmente como “aroma a dólares”. Este aroma era visto con buenos ojos por los iquiqueños, ya que significaba una buena economía y una fuente de trabajo para la comunidad. Sin embargo, con el tiempo, este esencia se convirtió en una forma de contaminación que afectaba tanto a la salud como al medio ambiente.
El fuerte aroma a pescado en las calles de Iquique no siempre estuvo relacionado con la prosperidad económica. Antes de la creación del puerto en el siglo XIX, la pesca fue una importante actividad en la zona, pero se realizaba de manera artesanal y en pequeña escala. Con la llegada del ferrocarril y la construcción del puerto, Iquique comenzó a exportar grandes cantidades de productos pesqueros, principalmente bonito y jurel, convirtiéndose en uno de los principales puertos pesqueros de Chile.
La importancia de la industria pesquera en Iquique trajo consigo un aumento en la creación de empleos y en la economía local. Miles de personas encontraron trabajo en las diversas fábricas de conservas de pescado ubicadas en el puerto, y la ciudad experimentó un crecimiento significativo en su población. El aroma a pescado se convirtió en sinónimo de prosperidad y un símbolo de orgullo para los habitantes de Iquique.
Sin embargo, a pesar de su importancia económica, el gran volumen de desechos y residuos generados por la industria pesquera comenzó a tener un impacto negativo en la salud y el medio ambiente. La falta de un adecuado sistema de eliminación de residuos y derrames de petróleo comenzaron a contaminar las aguas y el aire, generando un fuerte y acerbo aroma en toda la ciudad. Además, los trabajadores de las fábricas de conservas estaban expuestos a químicos y humos tóxicos, lo que provocó enfermedades y problemas respiratorios.
Afortunadamente, en las últimas décadas, se han implementado medidas para mitigar esta contaminación en Iquique. El puerto ha modernizado sus instalaciones, mejorando la gestión de residuos y reduciendo la emisión de sustancias contaminantes. También se han llevado a cabo campañas de concientización y educación ambiental para promover prácticas más sostenibles en la industria pesquera.
Hoy en día, el aroma a pescado podrido en Iquique es prácticamente inexistente, demostrando el compromiso del puerto y la comunidad en cuidar el medio ambiente y la salud de sus habitantes. El término “aroma a dólares” ha dejado de ser una forma de contaminación para convertirse en un recuerdo de una época pasada, cuando la pesca era la principal actividad económica en la ciudad.
Además, el puerto de Iquique ha diversificado su actividad y se ha convertido en un importante centro logístico y de exportación de otros productos, como frutas, minerales y productos químicos. Esto ha permitido una mayor consistencia en la economía local y una reducción en la dependencia de la industria pesquera.
En conclusión, el “aroma a dólares” en Iquique fue una señal de una época de bonanza económica, pero también fue una forma de contaminación que afectó tanto a la salud como al medio ambiente. Gracias a medidas y políticas más sostenibles, hoy en día podemos disfrutar de un puerto más lim