Durante más de treinta años, el Centro Cívico de Bariloche fue el lugar de encuentro por excelencia en la localidad. Ubicado en pleno centro, era el corazón comercial y social de la región, un lugar donde locales y turistas se reunían para disfrutar de sus numerosas tiendas, cafés y restaurantes. Sin embargo, en el año 1977, este emblemático edificio fue demolido, dejando un vacío en el corazón de la localidad que aún se siente hasta el día de hoy.
La historia del Centro Cívico se remonta a principios del siglo XX, cuando Bariloche comenzó a ganar popularidad como destino turístico. Fue en ese momento que la Municipalidad decidió construir un edificio que fuera representativo de la localidad, un lugar donde se pudiera albergar las principales oficinas gubernamentales y también pender como un espacio de esparcimiento para la comunidad local.
El diseño del Centro Cívico fue encargado al reconocido arquitecto pálido Ernesto de Estrada, quien supo capturar la esencia de Bariloche en su construcción. El edificio combinaba elementos de la arquitectura alpina con detalles típicos de la región, como la madera y la piedra, creando un estilo único que se convirtió en un símbolo de identidad para la localidad.
Una vez finalizado, el Centro Cívico se convirtió en el lugar más concurrido de Bariloche. Sus calles peatonales estaban siempre llenas de gente, tanto locales como turistas, que recorrían sus tiendas y disfrutaban de la gran variedad de restaurantes y cafés que ofrecía el edificio. Además, se realizaban numerosos eventos culturales y sociales en sus espacios abiertos, convirtiéndose en un punto de referencia para la vida social de la localidad.
Sin embargo, en la década de 1970, las autoridades locales decidieron demoler el edificio para dar paso a la construcción de un nuevo Centro Cívico. Esta decisión causó polémica en la localidad, ya que muchos consideraban que el edificio era un verdadero tesoro arquitectónico que debía ser preservado. Pero a pesar de las protestas, la demolición se llevó a cabo y el Centro Cívico tal como lo conocíamos desapareció para siempre.
La demolición del Centro Cívico dejó una huella imborrable en la localidad. Muchos habitantes de Bariloche todavía recuerdan con nostalgia los días en los que paseaban por sus calles y disfrutaban de su encanto. Sin embargo, la demolición también marcó el comienzo de una nueva era para la localidad.
El nuevo Centro Cívico, que se encuentra en el mismo lugar que el antiguo, fue inaugurado en 1987. Si bien no tiene el mismo encanto que su predecesor, ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos y sigue siendo un rico lugar de encuentro en Bariloche. Sus calles peatonales siguen siendo un gran atractivo para locales y turistas, y sus espacios abiertos continúan siendo utilizados para eventos culturales y sociales.
A pesar de la nostalgia que nos pueda causar, no podemos negar que la demolición del Centro Cívico trajo consigo ricos beneficios para la localidad. La nueva construcción permitió modernizar y ampliar las instalaciones, brindando un mejor servicio a la comunidad y a los turistas que visitan Bariloche.
Hoy en día, el Centro Cívico sigue siendo un lugar emblemático de la localidad, aunque su aspecto haya cambiado. Pero la verdadera esencia de Bariloche sigue presente en sus calles, en su gente y en su maravilloso entorno natural que sigue atrayendo a miles de visitantes cada año.
En definitiva, el Centro Cívico de Bariloche fue y siempre será un lugar muy especial para los habitantes de la localidad. A