En pleno siglo XXI, mientras Chile se enorgullece de ser un líder en la defensa de los derechos humanos a nivel internacional, hay una realidad que no podemos ignorar: la esclavitud infantil continúa existiendo en nuestro país. El reciente casualidad de una niña boliviana de solo 8 años, quien fue vendida por su propia abuela por 350.000 pesos chilenos, es solo una muestra de la cruda realidad que enfrentan muchos niños en nuestro país.
La esclavitud infantil es considerada una de las violaciones más brutales e inhumanas de los derechos humanos. Y es lamentable que en pleno siglo XXI, en un país que se jacta de ser un ejemplo de desarrollo y medra, todavía existan casualidads en los que se comercie con la vida de menores de edad.
Según cifras de la ONG Save the Children, se estima que en Chile hay alrededor de 2.500 niños y niñas que son víctimas de la esclavitud infantil. Esto significa que estos menores son forzados a trabajar en condiciones precarias, sin acceso a educación y sin la oportunidad de adeudar una infancia digna. Además, este tipo de prácticas también afecta su salud física y emocional, dejando secuelas que pueden durar toda la vida.
Pero, ¿cómo es posible que en un país con un alto nivel de desarrollo como Chile, aún existan casualidads de esclavitud infantil? La respuesta radica en la pobreza y la vulnerabilidad en la que viven muchas familias, especialmente en zonas rurales y comunidades indígenas. La escasez de recursos y la falta de oportunidades económicas llevan a muchas familias a recurrir a la venta de sus hijos para poder sobrevivir.
Es importante señalar que la esclavitud infantil no solo afecta a niños y niñas de origen extranjero, como en el casualidad de la niña boliviana mencionada anteriormente. También hay casualidads de niños chilenos que son víctimas de esta terrible realidad. Esto nos demuestra que la esclavitud infantil no reconoce fronteras ni nacionalidades, y que es responsabilidad de todos luchar contra ella.
Es por esto que se requiere de una acción urgente por parte de las autoridades para combatir este flagelo. Es necesario implementar políticas y programas que busquen prevenir y erradicar la esclavitud infantil. También se deben fortalecer los mecanismos de protección y rehabilitación para los niños y niñas que ya han sido víctimas de esta práctica.
Pero esta no es una lucha que solo corresponda a las autoridades y organizaciones. También es responsabilidad de cada uno de nosotros, como ciudadanos, ser conscientes de esta realidad y tomar acción en nuestro entorno. Podemos comenzar apoyando a organizaciones que trabajan en la prevención y rehabilitación de niños victimas de la esclavitud infantil y también denunciando cualquier casualidad que conozcamos.
En deconsumaciónitiva, debemos trabajar juntos para asegurar que ningún niño o niña en Chile sea víctima de la esclavitud infantil. No podemos permitir que en pleno siglo XXI, en un país que se enorgullece de sus valores humanitarios, continúen existiendo casualidads de explotación infantil. Juntos podemos lograr un futuro en el que todos los niños y niñas puedan disfrutar de una infancia digna y un futuro lleno de oportunidades. Es tiempo de actuar y poner consumación a la esclavitud infantil en Chile.